miércoles, 29 de febrero de 2012

Pedagogía vs terapia manual




He leído últimamente en varios blogs reflexiones sobre las nuevas ideas volcadas en el congreso de la SEFID.

Vaya de antemano que no acudí al congreso y que mis conocimientos al respecto son justitos.

La idea de pedagogía del dolor es evidentemente muy interesante. El hecho de poder conocer más a fondo el dolor y como un paciente X lo padece ,y digiriendo eso, poder explicarle qué es lo que seguramente está pasando es un paso más en nuestro camino de restablecer la función del movimiento de nuestros pacientes.

Algunos blogeros del ciberespacio hablan de no interpretar  conclusiones del congreso como ideas de “lo que estoy haciendo no vale” o “mejor no toco y hablo”.

Insisto en que no acudí al congreso y desconozco lo que se pudo cocer allí más que por las reflexiones de algunos compañeros blogeros pero quiero exponer brevemente un caso.

Resumiendo mucho muchísimo he tenido la oportunidad de tratar una persona con dolor lumbar de unos 15 años de evolución que según su historia se desencadena a raíz de un problema diagnosticado de hernia discal L4-L5 y L5-S1.

Esta paciente acude a mi clínica con el objetivo de mejorar su estado físico en cuanto a fuerza y flexibilidad porque nota su espalda “tiesa” y “débil” pero se ha negado siempre a que nadie se la “manipule” o se la toque.

Después de hablar con ella la convenzo para poder explorarla y hacerme una primera impresión del caso.

Debido a su miedo a mover y a que le toquen opto por hacer un tratamiento encaminado primero a explicarle en que consiste el dolor crónico, los problemas de procesamiento del dolor a nivel cortical y la necesidad de que entienda las consecuencias de ello.

Me sorprendió como aceptó muy rápido la idea del dolor central y enseguida asintió diciendo que tenia sentido. Decía que era muy lógico el tema de la mala interpretación de las aferencias sensitivas y que todo ello lo interpretase como información dolorosa.

Fue gratificante para mí, un principiante que no se desenvuelve aun muy bien en este tema, ver que la paciente aceptaba de buenas todas la explicaciones. Y de pronto entendí el porqué, ella es logopeda y en su campo trabaja mucho con niños disléxicos, otro problema de procesamiento cerebral alterado. Ella me dijo que aunque no es lo mismo sirve para entenderlo.

Esta claro que son dos cosas muy distintas pero que tienen un símil importante: el cerebro como protagonista.

Después de la “charla” y unos ejercicios suaves de movimiento lumbo-pélvico  dimos por terminada la sesión. La paciente en la revaloración dijo no notar ningún tipo de dolor lumbar y se fue con una sonrisa y entendiendo lo importante que era confiar en mover su espalda de forma  suave y controlada.

Por lo tanto ¿que fue lo que mejoró la clínica de la paciente? ¿La clase teórica o el ejercicio terapéutico?

 Pues en mi humilde opinión tanto monta monta tanto. La explicación permitió no interpretar el movimiento como agresión a su espalda y el ejercicio fue la prueba de que pensar en bloquear la zona no es el remedio para que no duela.

Por lo tanto no creo que tengamos que cambiar la camilla por un diván ni dejar de utilizar todo lo que la pedagogía del dolor nos puede aportar. De hecho ya en la universidad me hablaron del papel de la psicología en nuestra profesión. Pero no queramos meternos donde no nos toca.

Creo que un buen fisio es aquel que escucha, trata y enseña al paciente para restablecer su función de movimiento, que al final, es lo que nos compete.


miércoles, 1 de febrero de 2012

Abrir una clínica





Qué respeto da querer abrir nuestra propia clínica de fisioterapia ¿no? Eso de tirarse a la piscina sin saber si hay agua, o si la habrá pero sólo un poquito...



En mi caso particular me decidí tras verificar que sí, la crisis también afecta al mercado fisioterapéutico, por lo menos en Mallorca, y encontrar curro en la isla está complicado pero de verdad.



No importa que tengas bastante experiencia (en mi caso particular unos 8 años), estés formado en ganchos, Maitland, Mulligan, Mc Cnonnell, hayas realizado algún posgrado en terapia manual de bastantes horas, etc, etc, etc. No conseguí ni una triste entrevista. Claro, no eres ni osteópata ni tienes formación en Pilates, esos dos pilares fundamentales ¿que esperabas? Pues yo por lo menos poder demostrar que no hace falta ni ser osteópata ni especialista en Pilates ni haber cursado ninguna magufada para poder abordar los problemas musculoesqueléticos del personal.



Total, como no te dan opción, ni de explicarte ni de venderte, optas por abrir tu propia clínica. A priori parece muy bonito y sencillo pero cuando empiezas a investigar te das cuenta que con la burocracia hemos topado, y paso a explicarme:





Primero. Busca un local que encaje en tu presupuesto, tu idea, la de sanidad, la del ayuntamiento, y además e igual la más importante, en la del público. Porque ya le puede parecer perfecto a las instituciones y a tu bolsillo un local en algún callejón oscuro, pequeño, maloliente y perdido, que no te viene a ver ni tu madre, y eso que seguro que nos quiere mucho.

En mi caso, consigo un local de unos 60 m2 a pie de calle que consta de 4 paredes, suelo a reformar por estar tipo campo de futbol de la serie campeones, y pequeño aseo al fondo. Ah! e instalación eléctrica de los años 70 con su boletín caducado.



Segundo. Asegúrate que en ese local puedes desarrollar la actividad que quieres, o sea, vas al ayuntamiento, sección urbanismo y preguntas al técnico competente (y digo competente si tienes suerte) si se puede o no. Él, muy amablemente, o no, te dirá si en esa zona se permite la apertura de centros sanitarios (siempre me he quedado con la duda de qué parámetros usan para delimitar esas zonas) y en caso afirmativo te dará una lista de obligaciones para empezar a pedir los permisos pertinentes (previo pago de una buena tasa, evidentemente) y empezar a tirarte de los pelos.

Y digo de los pelos por ser fino. Tienes que presentar proyecto de ingeniero (planos de situación y de la consulta), ficha de acreditación de instalación eléctrica, fotos de fachada e interiores, cumplir con la ley de accesibilidad a personas con movilidad reducida y cumplir con la ley de propiedad horizontal y fachadas.

Eso se traduce, en mi caso, en la necesidad de contratar los servicios de un ingeniero para que te haga el proyecto y los planos, los de un electricista para que te sanee la instalación y pases la OCA, asegurarte que el local es literalmente a pie de calle (ni escalones ni nada por el estilo) y que si tienes un aparato de aire acondicionado el trasto que se cuelga en la calle esté en la azotea del edificio o incrustado en la fachada de tu local pero sin salir del plano vertical, o sea, incrustado dentro de tu futura clínica.

Viene el ingeniero y te comienza a hablar de los problemas que tienes: instalación eléctrica insuficiente y caducada (por lo menos eso ya lo sabias), necesidad de hacer algo con el aparato de aire acondicionado porque no cumple con la ley de fachadas, necesidad de instalar luces de emergencia con encendido automático y tal, obligación de un extintor homologado y que te informes de las exigencias de sanidad porque seguro que te piden más cosas. !!!Ostras!!! Olvidaba los de sanidad.



Tercero: Vamos a sanidad y les pides qué hace falta para obtener la licencia de centro sanitario obligatoria para abrir una pequeña clínica de fisioterapia, al loro: planos de situación y del local que debe constar de: recepción y sala de espera, sala de tratamiento con lavamanos de accionamiento automático, despacho independiente, baño adaptado para minusválidos; memoria descriptiva del centro y sus servicios, documento de seguridad donde se detalle cómo vas a cumplir con la ley de datos (!!!Ostras!!! La LOPD) compulsación de tu título de fisioterapeuta y relación de personal y funciones a llevar a cabo por cada uno (menos mal que trabajo sólo, esto me lo ahorro). Y creo que ya está.



Pues con todo esto ahora le toca darle forma a tu idea. Así que vamos al cuarto punto.

Cuarto: Quieres tener una pequeña clínica donde realizar tus tratamientos manuales en un sitio tranquilito, con tu espacio para la exploración y donde puedas explicarle al paciente algunos consejos, enseñarle algunos ejercicios e instruirle en temas como postura, pedagogía del dolor, hábitos saludables y todo lo que creas que le puede ayudar. Necesitas una sala, una camilla y una mesa. Los burócratas te piden bastante más que todo eso así que manos a la obra.



Una vez lo tienes claro hablas con el ingeniero y le dices lo que has pensado y que empiezas a hacer obras. Sacas la calculadora y te das cuenta que o tienes un pastón de antemano o lo llevas jodido, porque levantar un baño adaptado, parcelar el local en recepción-sala de espera, poner el lavamanos en la sala de tratamiento y levantar un despacho no es precisamente, barato!!

Así que tienes dos opciones, o te olvidas de la idea porque ese dineral ni lo tienes ni te lo deja ninguna institución, o te empapas de bricomanía y le hechas un par al asunto y te lo haces tú con algún familiar. Elegimos segunda opción, por mi sueño aprendo hasta a levantar paredes.



Después de mucho esfuerzo lo conseguimos, está la obra terminada y para ser aficionados podríamos montar una empresa de reformas en el caso que lo de la fisioterapia no funcione.



Viene el ingeniero y te hace el proyecto, y evidentemente te cobra un pastón.

Viene el electricista y te sanea la instalación y te hace un boletín nuevo, y evidentemente te cobra un pastón.

Vas al ayuntamiento y lo presentas todo, y evidentemente las tasas son otro pastón.

Te curras todo el papeleo que te pide sanidad y lo presentas, y evidentemente de tasas otro pastón.

Vienen los de sanidad para pasar inspección, menos mal que no te cobran la visita ya que está incluida en las tasas.

Y a todo esto llevas unos meses dado de alta como autónomo porque te han prometido una subvención y es un requisito indispensable. Así que cada mes paga otro pastón y aún ni has empezado.



Y con todo esto ya lo tienes todo hecho. Bueno, hay que sumar lo que te gastas en mobiliario, la reforma, pintar, el letrero de la entrada y hacerte cuatro tarjetas porque en la ciudad no te conoce ni dios, o sea, otro pastón.



Resultado: Has conseguido abrir tu clínica, te has gastado todo lo que tenias, has pasado por unas 247 crisis de ansiedad durante todo el proceso, te duele la garganta de llamarles ladrones a las administraciones por todo lo que tienes que pagar por tener un centro legal, te has peleado 374 veces con tu novia por los colores de las paredes, la decoración y el color de las cortinas, has puesto de los nervios a toda la familia que muy amablemente y de forma desinteresada te ha ayudado en esto, y te llevas más dolores de cabeza por el miedo que da afrontar el ser pequeño empresario.

Pero con toda la ilusión del mundo abrimos puertas y a empezar!!!



Os diré que estoy muy contento con el resultado de todo el proceso pero creo que, y sobretodo como están las cosas hoy en día, la administración podría ayudar un poquito más siendo más flexible con toda la burocracia. Y ya sé que siempre tienes la opción de montarte un centro pirata sin pedir explicaciones a nadie pero ya que lo quieres hacer legal que te echen una mano ¿no?



A bueno espérate, es verdad, que no son tan malos. Si me dieron una subvención por dejar el paro y darme de alta como autónomo... Y me decían que con eso podría empezar mi proyecto y tener un pequeño fondo de maniobra durante los primeros meses para poder ir tirando mientras no me haga con una clientela suficiente como para vivir, y esa me la concedieron en Agosto del 2011.

Pues bien, a día de hoy, 25 de Enero de 2012 un humilde servidor no ha visto aún un puto duro de esa subvención porque dice la administración que no hay dinero y que cuando tengan ya me pagarán, que está pendiente el ingreso. Cuando me la ingresen espero arreglármelas con lo que gano con mis pacientes! Pero bienvenida sea.